miércoles, 22 de noviembre de 2017

Caminando en Compañía de María




María era joven, pobre y virgen,
en un pueblo patriarcal.
Campesina de provincia,
Galilea, tierra de sospecha para un israelita de ley.

Cuando María se miraba
en los ojos de la aldea se veía pequeña,
como toda mujer.
Cuando Dios Amor contemplaba a María,
la encontraba única.
María se acostumbró a sentir
la mirada de Dios posarse sobre su rostro,
y aprendió a verse con los ojos mismos de Dios.

María se preparaba así para lo imposible.
“¿Cómo se hará esto en mí?” (Lc 1,34).
¿Podría haber una vida nueva
sin hombre, pero no sin mujer?
La imposibilidad de María era la posibilidad de Dios.

Toda María era virginal,

sin interferencias posesivas, pura acogida de la vida
que el Señor de la historia quería inaugurar en la tierra.

Cuando María dijo:
“Hágase en mí según tu palabra”,
la palabra empezó a hacerse carne en sus entrañas,
una existencia toda ella venida de lo alto.
Y fue tan acogida que toda se hizo de la tierra.

Entonces María dijo:
“Proclama mi alma la grandeza del Señor,
mi espíritu festeja a Dios mi salvador”.

El sí de María abrió el abajo de la historia
y la humildad de Dios entró con toda su pureza
sin la más mínima mella quebrando sus perfiles,
ni manchando de inhumano.

Benjamín G. Buelta sj


Fiesta de la Presentación de la Niña María, 
una fiesta que se celebra desde el 21 de Noviembre de 1610.

Hacer memoria, cada 21 de noviembre, de esta tradición nos remite a María
Juana de Lestonnac quiso “consagrar a ella las alumnas y ponerlas bajo su protección con la promesa de imitarla en el estado al que Dios las llamara”; reafirma de este modo que María es modelo y referente, la compañera que, a nuestro lado, nos señala la manera de ser y situarnos en la vida.
Esta fiesta, que se celebra de acuerdo con las características propias de cada contexto, tiene un significado común: la presencia de María Nuestra Señora en nuestros proyectos.