–Traigo para ustedes una buena
noticia –empieza Juana–, una buena noticia que sé que a todas les va a causar
alegría. Desde hoy vamos a tener en la escuela una Niña más, una niña
excepcional. Alguien a quien todas conocen ya, alguien que las quiere mucho y a
quien ustedes van a querer mucho también. Vengan, entremos a saludarla.
Abre Juana la puerta de la clase y la
siguen las niñas, curiosas e ilusionadas. ¿Quién puede ser esta niña nueva?
¿Alguien de la familia de la Madre de Lestonnac? ¿Alguna parienta de una
Religiosa? ¿La hija o la sobrina de algún señor importante del Parlamento? ¿Una
nieta del gobernador, quizás? ¿Una princesa, acaso?
La imaginación de las niñas
se ha disparado y a duras penas consiguen las maestras que las discípulas
marchen de una manera relativamente silenciosa y ordenada detrás de la Madre de
Lestonnac. Juana se ha detenido junto a un sencillo altar que se ha instalado
en el fondo de la clase, al lado de la mesa de la maestra. Ante la sorprendida
admiración de las niñas aparece una encantadora imagen de la Virgen Niña.
–¡Ahhh…! –¡Ohhh…! –¡Qué hermosa es! – ¡Claro que la conocemos! Estos
comentarios y otros muchos forman un murmullo entusiasmado que se alza del
grupo de niñas.
Juana pide silencio para explicar:
–También Ella, la Niña María, salió de casa de sus padres, como lo hacen
ustedes cada día, para asistir a la escuela que en el Templo preparaba a las
doncellas de Israel para que fueran dignas y educadas mujeres de su pueblo,
dispuestas para la llegada del Mesías… Ella puede ser para ustedes un modelo,
su compañera, su amiga.
Los rostros de las niñas, que
escuchan a Juana hablar tan tiernamente de la Niña María, muestran un
asentimiento unánime y entusiasta y la Madre prosigue: –La Virgen María se consagró
al señor el día de su presentación en el Templo. ¿Qué les parece si ustedes la
imitan y el día 21 de este mes de noviembre hacen su consagración personal al
señor y le prometen amarle y servirle todos los días de su vida como hizo Ella?
Podríamos organizar una procesión de la escuela hasta la iglesia y llevaríamos
su imagen sobre unas andas hasta el pie del altar…
Esta vez, el gozo entusiasmado de las
niñas se desborda en afirmaciones, risas, gritos de alegría y hasta aplausos… Y
durante nueve días, las niñas se preparan para la gran fiesta. A los pies de la
imagen hay siempre flores y algún cirio encendido y a su alrededor se reúnen
continuamente alumnas y Religiosas para hablar de ella, de cómo sería en
realidad la Virgen Niña en aquellos años de su edad temprana, de cómo se
comportaría, que estudiaría, cómo sería su relación con Dios, con sus padres,
con sus maestros, con sus compañeras… y todas se prometen imitarla con la mayor
fidelidad posible…
gozo que su idea de proponer esta fiesta a las niñas ha sido aceptada con verdadero entusiasmo por maestras y alumnas y dispone lo necesario para que la ceremonia resulte verdaderamente solemne. Ella, tan amante de las cosas bien hechas, cuida hasta el menor detalle. Y se ocupa personalmente de ensayar con las niñas los cánticos que se entonarán a lo largo de la celebración religiosa. Son himnos melodiosos y alegres, que su gran conocimiento musical le han permitido seleccionar, y que se adaptan perfectamente para expresar la alegría infantil y el espíritu religioso de la festividad. Todas las niñas viven con emocionada expectación estos días que anteceden a la gran fiesta y, cuando vuelven a sus casas, después de las clases, no saben hablar de otra cosa.
El día de la Presentación, los alrededores
de la escuela se llenan de personas que quieren presenciar la ceremonia. Por
fin, se abre la puerta y en filas ordenadas salen las niñas acompañando la
imagen de la Niña María que, a hombros de las alumnas mayores, es llevada hasta
el pie del altar, donde la recibe el Sacerdote para colocarla en el lugar
destacado que se ha preparado y adornado de antemano.
Cuando la celebración
termina, las niñas pasan el resto de la jornada en una regocijada fiesta
escolar en la que hay juegos, se cuentan cuentos, se proponen adivinanzas, se
recitan viejos poemas y se cantan alegres canciones… Juana sabe bien, muy bien,
cómo conseguir que unas niñas disfruten en sus horas de asueto.
Esta primera fiesta de la Niña María ha dejado una honda huella en
el ánimo de Religiosas y alumnas; y a partir de este día, 21 de noviembre, la
imagen de la Virgen Niña preside la vida escolar de las alumnas de la casa de
Nuestra Señora.
PUNCEL, MARÍA, Juana de Lestonnac, Ediciones Lestonnac,
Madrid 1987
Se festejó el día de la VIRGEN NIÑA, como se viene haciendo en los colegios de la Compañía de María del mundo desde hace más de 400 años, realizando la peregrinación alrededor de la manzana del colegio. Al ingresar se pasó por debajo del manto de la VIRGEN.
Reunidos todos en el salón de actos, se celebró la misa donde una alumna tomó su primera comunión ,junto a los de 4º grado que tomaron la segunda. También los niños de séptimo grado hicieron su consagración a la Niña María.